Se puede afirmar que la producción ganadera extensiva en España es la actividad económica que puede rentabilizar unos dieciocho millones de hectáreas, lo que supone más del 35 % de la superficie total nacional.
Los factores que, junto a la ganadería, confluyen en esta actividad son la producción vegetal de plantas forrajeras, prados y pastizales, y el cuidado de los suelos. En el caso de que la superficie sea apta para la existencia de encinas, alcornoques, u otras especies leñosas, también estos árboles requerirán de las oportunas labores culturales.
La dirección de esta actividad económica, sobre todo en el sector público, ha adolecido de la presencia de los ingenieros agrónomos, siendo esta rama de la ingeniería la única que integra la formación necesaria para tratar todos los factores que influyen, como son los suelos, pues en las escuelas de ingenieros agrónomos se estudia el más alto nivel universitario de Edafología, se saben interpretar la textura, los análisis y la fertilidad; también estas escuelas son el ámbito en el que se estudia con más intensidad la producción vegetal de prados, pastizales y plantas forrajeras, conociendo su ciclo, fases de floración y semillado, y conveniencia de cómo ejercer el pastoreo; dentro de las especialidades de las escuelas, antes del Plan Bolonia, se encontraba la Zootecnia, que como es natural se ocupaba de estas materias y finalmente en este tipo de superficies es conveniente que existan árboles que proporcionen sombra para combatir el calor y superficies donde alivien sus picores y, cuando el arbolado es de encinas, como en la dehesa, es preciso tener conocimientos de arboricultura para realizar las podas y conocer las técnicas de poda de árboles orientando la misma a la producción de bellotas para la alimentación animal, esencialmente cuando se produce cerdo ibérico.
La presencia real de los ingenieros agrónomos en los terrenos cuya vocación es la producción ganadera extensiva es bien otra. En el Ministerio de Agricultura, la antiquísima división del mismo en las tres direcciones generales, a saber, agricultura, ganadería y montes, ha proyectado su larga sombra a través del tiempo, vinculándola a los cuerpos de ingenieros agrónomos, veterinarios e ingenieros de montes respectivamente, lo que ha dado lugar a dificultar la presencia de los ingenieros agrónomos de la producción ganadera, provocando que los responsables de la sanidad animal ocuparan con exclusividad los puestos de trabajo relacionados con la producción ganadera dando lugar, de hecho, a un abandono del cuidado de los suelos y de los aspectos técnicos de la producción vegetales para la alimentación de los animales y, para el caso de las superficies arboladas, la protección de sus renuevos y el descuido de las técnicas de poda de los árboles cuando se aprovechan sus frutos para la alimentación del ganado como ocurre en el caso de la encina.
Simultáneamente la legislación de montes establece una definición de monte precisando que no tienen la consideración de monte: a) Los terrenos dedicados al cultivo agrícola. b) Los terrenos urbanos. Como consecuencia fue a parar al ámbito de los ingenieros de montes la superficie que tiene una vocación de producción ganadera, careciendo estos ingenieros de formación sobre la ganadería y poca sobre los pastos y pastizales al desvincularlos de la alimentación animal, y esta separación de los problemas que afectan al mundo ganadero ha dado lugar a situaciones tan problemáticas como las dificultades para el aprovechamiento ganadero de los pastos en Galicia que tantos problemas han producido, y también está dando lugar en la actualidad a que se establezcan normas corporativistas como la que actualmente existe en la comunidad autónoma de Extremadura en la que se exige la firma de un ingeniero de montes o ingeniero técnico forestal para realizar un plan de ordenación de una dehesa, explotación totalmente vinculada a la ganadería .
La presencia de los ingenieros agrónomos en las explotaciones de las superficies que, por su naturaleza, deban dedicarse a la producción ganadera es indispensable para que los suelos dispongan de una cobertura vegetal que produzca alimento para los animales y no que estén desnudos y sometidos a la erosión, con lo que se frenará el avance de la desertización que también suministrará un sumidero de carbono, que tanto bien hace en la lucha contra el cambio climático. El tratamiento adecuado de los suelos, evitando el uso de maquinaria pesada que provoca el daño de las raíces del arbolado, así como la compactación excesiva que impide la penetración de agua y aire necesarios para la vida edáfica, tiene que estar al cuidado de los ingenieros agrónomos o ingenieros técnicos agrícolas, y dejarán de verse suelos calcinados y empobrecidos por toda la superficie nacional.
La extinguida Agencia de Desarrollo Ganadero integró a ingenieros agrónomos y veterinarios, dando muy buenos resultados; basta atender a la naturaleza del problema para acometer las soluciones con la concurrencia de los técnicos de acuerdo con su especialidad, formando equipos capaces técnica, económica y medioambientalmente para actuar sobre superficies que, actualmente, se encuentren deterioradas, erosionadas, y camino de desertización.
Por José Luis Montero Casado de Amezúa, Ingeniero Agrónomo.